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LA ERMITA DE RABANERA, UN LUGAR DE MEMORIA.

“Desde muy jovencita cada 1 de noviembre mi madre, junto con Jesús Munilla,

 hijo de otro de los fusilados, visitaban la ermita de Rabanera para honrar

a sus padres, de la misma manera que las demás personas lo hacían

en el cementerio que es donde, por ley y dignidad reposan todos

los fallecidos, cuando por desgracia les llega su hora”.

Me lo contó mi madre. Alejandro Ruiz Lafuente

Era 21 de abril cuando realizamos la visita al despoblado de Rabanera y el invierno luchaba ásperamente por mantenerse activo. Habíamos disfrutado, días atrás, de un tiempo primaveral, casi veraniego, pero el invierno regresó hostil mostrando su aspecto más duro, con nieve y viento helador. En estas condiciones nos dirigimos a Ventosa de San Pedro. El viaje tiene una duración de unos 35 o 40 minutos. El tráfico, en estas tierras, no dificulta el tránsito. Para llegar, nos dirigimos hacia el noreste por la N-111; la abandonamos para entrar en Garray, y atravesado el pueblo nos desviamos a la derecha para tomar la SO-615 por la que recorrimos unos 20 kilómetros hasta alcanzar un cruce a la derecha, a la altura de Oncala. Avanzamos por la SO-650 unos doce kilómetros y llegamos a un cruce a la izquierda, que nos señala Huérteles y la SO-643. Seguimos esa ruta y antes de tres kilómetros vimos el cartel a la izquierda de Ventosa de San Pedro a 1 kilómetro por la SO-P-110. Aparcamos nuestro vehículo en una antigua era empedrada muy cerca del moderno depósito de agua y caminamos por un ancho y bonito camino, protegido con muros de piedra en seco que se une a otro, que comunicaba Palacio de San Pedro con San Pedro Manrique, y desde donde divisamos el motivo de nuestra visita: los restos de la iglesia de Rabanera. Esta iglesia, hoy ermita, estaría bajo la advocación de Santa María la Blanca, y pertenecía al antiguo pueblo de Rabanera, despoblado antes de mediados del siglo XVIII. Hoy todo el término pertenece a Ventosa, una de las veinticinco aldeas que componían la Comunidad de Villa y Tierra de San Pedro Manrique.
Imagen: David Ortega Gallardo

Ventosa es una localidad de Tierras Altas, al norte de la provincia de Soria, cercana al límite de la Rioja, bañada por el río de igual nombre, cuyas aguas, a esas alturas del año y debido al deshielo, tenían un devenir cantarín y alegre. En el siglo XX, a la caída del Antiguo Régimen, fue municipio y su nombre era La Ventosa. Más tarde se le añadiría “de san Pedro” y se eliminaría el artículo. A mediados de ese siglo contaba con unos 300 habitantes; a finales, junto a Palacio, aldea que se le sumó en el siglo anterior, todavía conservaban entre las dos 143 habitantes cuando fueron integradas en San Pedro Manrique. El siglo XXI ha sido nefasto para Ventosa, pues se ha quedado con unos 10 pobladores que la habitan en la actualidad. No es esa la imagen de despoblación la que produce una visita al pueblo. Sus casas están en buen estado, incluso se sigue construyendo. Muchas de sus viviendas son casas rurales, lo que indica que su habitabilidad es buena y requerida. Hay agua fresca que mana de sus fuentes, posee frontón, lavadero y un espacio para juego de niños. Es curioso como los pueblos casi deshabitados nunca abandonan esas ansias de que por sus calles correteen los niños.

 

Rabanera fue una localidad de Tierras Altas de la que únicamente quedan los despojos de su ermita. Parece ser que fue un incendio el que ocasionó el despoblamiento, y ya a finales del siglo XVIII no vivía nadie. Se conoce una sentencia de 1746 del Obispado de Calahorra que obligaba, a unos vecinos de La Ventosa, a devolver la campana mayor que habían sustraído violentamente de la iglesia de Rabanera. Allí parece que fue a parar también su pila de agua bendita. Otros bienes fueron a Montaves y Palacio, por lo que a estos pueblos se les conoce como «los lugares de la campana». Lidia Andrés y Vidal Postigo nos comentan que en la ermita se realizaba una romería el 25 de abril, día de San Marcos, en la que participaban los tres pueblos y en la que cantaban las letanías menores a la Virgen de la Blanca.

 

La iglesia estuvo en uso hasta principios del siglo XIX, pues, según Isabel Goig, en 1818 los habitantes de La Ventosa, para no tener que desplazarse hasta Rabanera, construyeron a las afueras del pueblo la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, mucho más próxima. Parece ser que en aquella época no se podían celebrar dos misas diarias en el mismo altar, por lo que los festivos y domingos al acabar la jornada, los que no habían asistido a la primera misa en la iglesia de san Roque de La Ventosa debían desplazarse hasta Nuestra Señora de la Blanca del despoblado de Rabanera.

 

Rabanera es un lugar expuesto al viento helador del norte, si bien desde él se contempla un paisaje ondulado, verde, solitario, íntimo y muy estremecedor. A ese paisaje lo acompaña un silencio cautivador. Alguna granja dispersa rompe la visión anterior. En la fecha en que se realizó este viaje, el paraje todavía conservaba nieve en las laderas peladas y en la vegetación roma de sus taludes. No impedía esto que los árboles ya arrebujaran sus flores blancas anunciadoras de una primavera que quería abrirse paso en estos fríos lugares.

Según nos acercamos a la ermita, en primer término destaca un viejo tronco de olmo tumbado en el suelo. Desde que Josemi Lorenzo escribiera “Documentar un chiste” (ABC de 30 de noviembre de 2014) este lugar se ha convertido en un auténtico “photocall” del viajero que se acerca por estos lugares.

 

La iglesia románica tuvo una única nave cubierta con bóveda de cañón de tres tramos sostenida por tres arcos fajones, que se apoyaban en pilastras, hoy expoliadas, pero que dejaron la impronta en el muro norte. En ese mismo muro y en la cabecera todavía se conserva la cornisa de perfil achaflanado sobre la que volteaba la bóveda. La iglesia se construyó en mampostería y la espadaña en sillarejo. Su cabecera tenía un presbiterio recto y un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. En el eje del hemiciclo se abre una sencilla ventana abocinada al interior. El muro meridional ha desaparecido y con ello su portada. Tuvo dos puertas, quedando solo la abierta al norte, hoy semienterrada. Sobre el hastial occidental, se yergue una esbelta espadaña, la más estilizada del románico soriano, construida en sillarejo. Tiene esta bonita torre dos vanos para campanas de arcos apuntados sobre imposta de nacela y remate a piñón en el que se abría un campanil, hoy cegado, donde encontraría acomodo una pequeña campana o pascualeja.

En los primeros días de la Guerra Civil, esos muros fueron mudos testigos de un hecho luctuoso, ya que junto a ellos fueron fusilados seis ediles del Ayuntamiento de San Pedro Manrique y enterrados en sus cercanías por vecinos de Ventosa. No fue hasta 1979 cuando sus familiares pudieron exhumar la fosa común en la que se encontraban y llevar los restos al cementerio de San Pedro Manrique. Hogar y Pueblo, en su edición del miércoles 4 de julio, dejaba constancia de ello en el artículo “Ya están en el camposanto” firmado por FCH. Esta exhumación temprana se realizó gracias al gran trabajo desarrollado por D. Jesús y D. Antonio, dos curas jóvenes que acababan de aterrizar en Tierras Altas, en coordinación con el Excmo. Ayuntamiento de San Pedro Manrique dirigido entonces por el joven Carlos Martínez. Por este hecho es la ermita de Rabanera un lugar de memoria, que merece ser conservado, así como recordar el lugar con un monolito. Desgraciadamente, esta preciosa espadaña está a punto de caer si alguien no lo remedia, con lo que aquí acabará definitivamente la historia de Rabanera. Las piedras más fuertes y ricas, los sillares, su arco de gloria, su portada, han desaparecido, y lo poco que queda es el habitáculo donde han encontrado acomodo las zarzas y las malas hierbas. Todo aquí es abandono. Adosado a la iglesia debió encontrarse el cementerio, y protegidos por sus paredes se reunían los miembros de la Mesta que componían la cuadrilla llamada Rabanera. Mucha historia pretérita y creemos que poca futura. Ese es el destino de nuestros despoblados y de nuestra historia.

 

José Manuel Rodríguez Montañés, en la Enciclopedia del Románico en Castilla y León, llamaba la atención sobre la agonía de los restos de la ermita de Rabanera.  Han pasado más de dos décadas desde que esto se escribiera y los despojos de la ermita siguen en pie, aunque en difícil equilibrio. Todavía no es tarde para actuar y consolidar este lugar de memoria.

BIBLIOGRAFÍA:

- ANDRÉS GARCÍA, Lidia; POSTIGO ESCRIBANO, Vidal (1996): Sobre ermitas, templos y religiosidad popular en Tierras Altas. Revista de Soria IIª época, nº 15.

- ARCHIVO DIOCESANO DE OSMA-SORIA. Libros de Fábrica de la Iglesia se San Roque de Ventosa de San Pedro. (Soria).  

- GOIG SOLER, Isabel (2014): Las móndidas de Ventosa de San Pedro, 2014, artículo de su web consultado el 17/08/2022

- GOIG SOLER, Isabel (2014): “Ermitas de Soria. La ermita de Nuestra Señora de la Concepción, en Ventosa de San Pedro” artículo de su web consultado el 17/08/2022

- LORENZO ARRIBAS, Josemi (2007): Campanas en la provincia de Soria: una novedad editorial y algunos apuntes ilustrados sobre esas campanas y sus campanarios, artículo publicado en Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007) disponible en  http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/lorenzo.pdf

- LORENZO ARRIBAS, Josemi (2019): “Románico romántico. Apuntes de la provincia de Soria”. Soria. Millán y Las Heras Editores.

- MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1983): "Las comunidades de Villa y Tierra de la extremadura castellana." Madrid. Editora Nacional

- VV.AA. (2002) Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Soria. Aguilar de Campoo. Fundación Santa María la Real.

- Web “Despoblados de Soria. Asociación de Amigos del Museo Numantino” https://despoblados.amigosdelmuseonumantino.es/

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